Bien es sabido que en muchos rituales el incienso constituye uno de los elementos imprescindibles, no sólo por la vibración que provoca al quemarse y el aroma que desprende, sino también por la facilidad con la que llega a impregnar todo el ambiente, creando una atmósfera ideal para conectar más fácilmente con las energías del entorno.
En el transcurso de este mágico suceder del hombre y al irse convirtiendo en ese algo que busca la trascendencia espiritual; descubrió y utilizó el incienso como una especie de plegaria, lo hizo parte de su práctica ritual; inatrapable como el viento, lo vio ascender con su petición; mezcló hierbas, seleccionó maderas y al colocarlas entre las llamas fue parte de ellas en su anhelo de remontarse en ese viaje mágico. Concibió una escalera sagrada, por la cual, todos los pueblos antiguos trataron de llegar a Dios.
Lo hizo parte de la historia humana, lo quemó en multitud de ofrendas, sirvió para sus ritos de iniciación y nos brindó con su aroma desde hace siglos. El poder del incienso reside, por una parte, en sus sutiles vibraciones, y por otra, en su aroma. El incienso también enriquece cualquier ritual; el incensario destaca sobre el altar y las tenues columnas de humo se entrelazan, creando una atmósfera mágica y misteriosa.
Se quema al hacer magia con el fin de estimular la conciencia ritual, es decir, el estado de ánimo preciso para despertar y dirigir la energía personal; es una valiosa ayuda para nuestros hechizos y conjuros, ya que al elevarse el humo, se cree que lleva el mensaje directamente a las deidades que se imploran o invocan; cuando el incienso se quema con anterioridad a los trabajos mágicos, su humo perfumado purifica también el altar y el área circundante, alejando las vibraciones perturbadoras y negativas; hay que tener presente que es uno de los mejores purificadores que existen y no debemos de olvidar que purificar quiere decir limpiar de energías perjudiciales todo aquello que nos rodea, ya se trate de personas, animales o incluso lugares; se queman inciensos con fórmulas especiales con el fin de atraer ciertas energías específicas hasta el mago y ayudarlo a cargar su poder personal con la finalidad del ritual, para producir finalmente el cambio necesario.
Cuando el incienso arde sin llama en el lugar donde se celebra el ritual sufre una transformación. Las vibraciones dejan de estar atrapadas en su forma física y se liberan penetrando en el medio ambiente. Estas energías se mezclan con las del mago y se apresuran a llevar a cabo los cambios necesarios para la manifestación del objetivo mágico. Pero en general, cualquiera que sea su fragancia, se puede utilizar incienso para: Purificar, meditar, atraer paz y armonía; bendecir un lugar; acentuar cualidades, estados de ánimo y sentimientos; protección, éxito y prosperidad; fines curativos.
Existe una gran variedad de inciensos que varían según el color, el aroma, la forma (espiral, conos, en grano, o varillas huecas y macizas) y sus propiedades. Posee grandes poderes espirituales y dependiendo del estado de ánimo y del entorno que se quiera crear, podemos usar uno u otro. Algunos facilitan la concentración y la meditación, otros atraen la energía positiva, purifican y liberan el entorno y a las personas de las malas influencias, etc.
Para quemar incienso sólo debemos buscar un rincón especial, colocarlo en un recipiente adecuado según su forma, y encenderlo con una cerilla de madera.
Fuente: https://minubemagica.com